jueves, 15 de mayo de 2014

Los Años con Laura Díaz de Carlos Fuentes



Por: Adriana Serrano
Almanaquer@s ¿cómo están? Una humilde servidora se disculpa por la ausencia en este tiempo pero en compañía de El Almanaque hoy los invitamos a leer la recomendación del mes, no sin antes enviar nuestros mejores deseos y pronta recuperación a la familia García Márquez por tan profunda pérdida. Hoy y siempre recordaremos con un gran cariño y aprecio al ya grande Gabriel García Márquez. 
Hoy se cumplen dos años de la partida del imponente escritor Carlos Fuentes la cual representó un fuerte golpe para la literatura mexicana.
Este gigante cuenta con una larga trayectoria e incluso después de su muerte pareciera estar más vivo que antes. 
Nacido en Panamá en el año de 1928 Carlos Fuentes hijo de padres mexicanos fue desde luego un escritor e intelectual mexicano así como ensayista y sociólogo además de ser considerado como unos de los grandes representantes del boom latinoamericano en México. En 1987 obtuvo el Premio Cervantes, tres años atrás recibiría el Premio Nacional de Literatura de México y para 1994 ya contaba con el Premio Príncipe de Asturias, éstos por ser sólo 3 de los más destacados premios que recibiera a lo largo de su carrera.
El autor de títulos como La región más transparente (1958), Aura (1962), La muerte de Artemio Cruz (1962), Terra Nostra (1975) y Gringo viejo (1985), por mencionar algunos, es un apasionante narrador y vocero de la historia de México. 
Es importante reconocer que gran parte de lo que Fuentes escribió siempre tuvo como punto de partida la Revolución e importantes acontecimientos como La Huelga de Río Blanco en Veracruz asi como la expropiación petrolera en 1938, en otras más se hace mención al Porfiriato y lo más reciente, lo sucedido en Tlatelolco en el 68 con el entonces presidente G. Díaz Ordaz al poder.
Para 1999, Carlos Fuentes nos deleita con una novela más que lleva por título Los años con Laura Díaz.  
Y es así como Fuentes comienza por el final en el año de 1999 en la ciudad de Detroit, para hacer un viaje al pasado y llegar a 1905. El personaje principal es Laura Díaz, nieta de un abuelo proveniente de Alemanía llamado Felipe quien en busca de un futuro mejor consiguió su finca en Veracruz, también es nieta de la abuela Cósima Kelsen quién pierde los dedos de la mano después de serle robados ciertos anillos de gran valor por un imponente hombre veracruzano y de quien quizá la abuela Kelsen se pudo enamorar. Para entender el personaje de Laura hay que verla como el centro de todo y todos. Hay que verla como un fuego, fuego que perdurará y se consumirá hasta el final. Laura es sobrina también de 3 tías, 2 de ellas son muy talentosas, una en el piano y la otra gran poeta y escritora, por otro lado la tercer tía es una hija del abuelo alemán quien tuvo con una mulata y ésta es rescatada por la mismisima abuela Kelsen para darle una vida mejor. Para concluir la linea de los Kelsen por último tenemos a la mamá de Laura, Leticia y que a su vez es la más joven de las hijas Kelsen. 
Es 1905 y Don Porfirio Díaz casi llegaba a los 80 años y cuyo mandato estaba a años de concluir pues una Revolución se avecinaba. Durante su niñez Laura conoce a su medio hermano Santiago y enfrenta por primera vez la muerte de un ser querido, el joven de 20 años, guapo e intelectual es asesinado por motivos políticos y por ir en contra del sistema. Esta muerte dejaría en Laura un gran dolor y siempre recordaría a ese medio hermano con mucho amor y admiración.
Laura Díaz continua con su vida, Juan Francisco su marido la llevaría a vivir a la gran urbe, la ciudad en crecimiento, a la Ciudad de México. Dichos viajes siempre se hicieron en el Ferrocarril Interoceánico, gran máquina de vapor que dió vida y movimiento a México en sus mejores años.
Laura regresaría a Veracruz en este ferrocarril después de casi 40 años para verlo viejo, desgastado y descuidado. Los mejores años se habían acabado. 

Una vez en México D,F., Laura da a luz a dos varones Dantón y  Santiago (el último en memoria del medio hermano). 
Ella cree estar enamorada de su marido quien está muy involucrado en la política del país. Laura siempre gustó de hombres fuertes, que hicieran el cambio, que le dieran esperanza a México políticamente hablando, pero con el paso de los años ella se da cuenta que su marido no es más que uno del montón. Separaciones y reconciliaciones dejarían marcado este matrimonio, y en Laura no dejaría más que amantes, amantes que la embelesaban y le daban motivos para perderse así misma. Quizá el amante que más vida le dió, fue áquel español que venía de la guerra civil de su país y quien había vivido los golpes de la primer guerra mundial pero quien aparte conoció la guerra fría. Una eminencia total para nuestra Laura. Este amante inyecta en  Laura lo que los demás no pudieron y que nisiquiera se acercaron a darle; ideas, añoranzas, historia, cosas por las cuales luchar y largas conversaciones con españoles exiliados en México. Al reanudar su matrimonio con Francisco, Laura dejaría en claro que nada sería lo mismo y que si ella tuviera amantes nada ni nadie podría cuestionar ese hecho. 
Llegaba el año de 1938 y la expropiación petrolera se llevaba a cabo por el General Lázaro Cárdenas. Laura asistió al evento con sus hijos y "marido". México había dado ya un gran paso en la historia y en su desarrollo. México por fin sería dueño de su propio oro negro. 
Los años con Laura Díaz siguieron y sus hijos con ellos, ambos muy diferentes, Dantón ambicioso y deseoso de poder y Santiago "el menor" como a ella le gustaba llamarlo, deseoso de vida y gran amante de la pintura. Desafortunadamente nuestra invensible Laura sufre y soporta quizá el más grande de los dolores, la muerte de un hijo y no sería Dantón quien la dejara sino Santiago, el más pequeño, el más tierno, con el que Laura había hecho una amistad muy grande. De nuevo Laura perdía a un Santiago. 

Juan Francisco lloraría la muerte de este hijo como núnca antes Laura lo hubiera visto llorar, y quien años más tarde, después de una vida infructuosa en la política éste muriera defecando. Este hecho no inmuta a Laura al contrario le aligera la vida. El otro hijo, Dantón, ya casado y con un solo hijo a quien nombran Santiago, es ya dueño de una gran fortuna, se dedicó a los negocios, a inmiscuirse con los grandes sin hacerse notar pero si a ser indispensable pues los políticos le pedían favores. 
La relación entre Dantón y Laura siempre fue de apoyo económico y nada más. Pero cuando éste corrió a su hijo Santiago el "tercero" de la casa por que no aceptó el matrimonio de su hijo con una don nadie, Laura le dio casa y apoyo a este nieto que no había crecido con ella pero que representaba las fuerzas de los dos Santiagos anteriores y que lo hacia especial para la ahora ya abuela Laura. 

Santiago el tercero había desafiado a su padre Dantón casándose con Lourdes y quienes ahora tenian a su primer y único hijo, Santiago IV.
Estamos ya en el año de 1968, los juegos olimpicos en México estaban por comenzar, en este mismo año y justo una semana antes un golpe más azotaría no sólo a Laura sino a México entero. 



" - Nadie tiene derecho a reconocer un cadáver. Nadie tiene derecho a llevarse a un muerto. No va a haber en esta ciudad quinientos cortejos fúnebres mañana. Arrójenlos a la fosa común. Qué nadie los reconozca."

"Laura fotografió a su nieto Santiago la noche del 2 de octubre de 1968."

"... Laura buscando la figura de Santiago y encontrando sólo los guantes blancos en el firmamento que se iba cerrando en puños insolentes, <<deber cumplido>>, y la impotencia de las estrellas para narrar nada de lo ocurrido."

La entonces viuda de Santiago tercero, encontró de nuevo el amor con un hombre que había perdido a su amada también la noche del 2 de octubre y quien tenía una hija. La pareja con ambos hijos se fueron a los Ángeles, siendo esta ciudad en la que nuestro último capítulo y en el año 2000 toma lugar.
Por otro lado Laura ya no tenía a nadie más, las tías Kelsen que núnca se casaron hace muchos años atrás habían fallecido, la madre y padre partieron en su momento, los amantes de Laura también la fueron dejando o mejor dicho ella los dejó. Laura que tanto había caminado y vivido ya no tenía más por hacer, ahora su bisnieto Santiago, su bracerito sería sólo un recuerdo. Decidida por la noticia que le dió su doctor tomó de nuevo el ferrocarril Interoceánico a Veracruz y visitó por última vez la finca Kelsen, la casa estaba intacta, todo en su lugar y ella se preguntó quien habría recuperado todas esas pertenencias que se habían extraviado a lo largo de los años.
Laura y la ceiba juntas por siempre, abrazadas la una a la otra, muy en el fondo de la selva virgen. 
 
A lo largo del libro Fuentes hace referencia a muchos lugares de la Ciudad de México que si me pongo a mencionarlos no tendría sentido asi como importantes acontecimientos de la historia, no sólo de México sino de EE.UU y Europa. Fuentes conoció perfectamente México, tanto geográfica como socialmente, pero se aventuró también a hablar perfectamente de la situación política y social de otros países. 
Y para todos aquellos que han leído más de 4 libros de Fuentes, me entenderán cuando les digo que sus libros son como la gran novela, en el caso de Los años con Laura Díaz nos encontramos en un momento con el gran Artemio Cruz, él y Laura, ambos estrechándose la mano en un saludo cordial.
Alfaguara nos da una portada la cual tiene un mural de Diego Rivera y Frida Kahlo en él. Su tarea queridos lectores es descubrir la relación que existió entre los Rivera y Laura Díaz por su parte El Universal nos ofrece un texto titulado El legado de Carlos Fuentes.
En compañia de El Almanaque los invitamos a dos cosas 1) a seguir leyendo nuestras recomendaciones y 2) a que se den un tiempo y lo dediquen a la lectura.

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