jueves, 6 de febrero de 2014
Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco
jueves, 6 de febrero de 2014 by Adriana Serrano
Lo único seguro en esta vida es la muerte. El pasado 26 de enero la
literatura mexicana sufrió un fuerte deceso pues el poeta, ensayista, novelista
José Emilio Pacheco cerraría las páginas de su vida y al mismo tiempo las
abriría para iniciar una nueva historia, una de inmortalidad. En nombre del
Almanaque hoy enviamos un fuerte abrazo a la familia Pacheco, esperando que esta
partida los haga más fuertes y a sus lectores también.
En esta obra, Pacheco nos ubica allá por los años en los que México
tenía como máximo representante popular al señor Miguel Alemán (1946- 1952). “La cara del Señor presidente en donde
quiera: inmensos dibujos, retratos idealizados, fotos ubicadas, alegorías del
progreso con Miguel Alemán como Dios Padre, caricaturas laudatorias,
monumentos. Adulación pública…” y
aunque Pacheco nunca lo escribe, él nos muestra la ya conocida y utilizada estrategia
del PRI. Ubicar el tiempo en el que esta historia se lleva a cabo es sin duda
punto clave para entender lo que Pacheco nos viene a narrar después en palabras
de nuestro pequeño protagonista Carlitos, niño de la colonia Roma.
En el patio de la escuela donde Carlitos estudiaba había dos
bandos, los árabes y los judíos quienes estaban en constante guerra. Pero no
Carlitos, él siempre fue muy educado. Para ese entonces las escuelas eran muy
diferentes a las de hoy. Carlitos tenía compañeros de diferentes lugares y de
varias clases sociales como era el caso de Toru un niño japonés a quien
molestaban seguido “Chino, chino japonés:
come caca y no me des. Toru el mejor del grupo, sobresaliente en todas las
materias. Hoy dirige una industria japonesa con cuatro mil esclavos mexicanos”.
Comparado con algunos de sus compeñeritos Carlitos era un niño de clase
baja, y con otros era un niño de clase media. Tal era el caso de Harry Atherton
un niño de muy buena familia quien estudiaba en ese colegio porque según sus
padres, él debía familiarizarse con quienes iban a ser sus ayudantes, sus
eternos aprendices y criados. Y del otro lado estaba Rosales, un niño excelente
en ortografía muy estudioso pero sumamente humilde, quien dormía en un petate.
Entre sus pocos amigos se encuentra Jim, un niño quien dice ser hijo de un hombre
poderosísimo que trabaja para el presidente Alemán y quien siempre presume de
ello. Pero Carlitos no entendía porque un niño como él estudiaba en un colegio
de mediopelo. En fin, ambos llevaban muy buena amistad y un día Jim lo invitó a
su casa. Cuando llegaron, Carlitos entendió que Jim no mentía en cuanto a lo de
su padre, pues pudo confirmar cada
palabra de éste gracias a las fotografías que tenían por toda la casa, Jim y al
fondo el Golden Gate, por ejemplo.
Pero esa no fue la mayor impresión de Carlitos, lo mejor viene cuando éste
conoce a la mamá de Jim, Mariana, tan
elegante, tan joven, tan hermosa que él hubiera querido quedarse ahí
observándola. Todo cambia de un momento para otro y desde ese momento Carlitos
no puede sacarse a Mariana de su mente. ¿Será que se enamoró de una mujer que
bien podría ser su madre? Carlos sabía
que eso nunca podría ser, que eso estaba perdido y que no existía ninguna
esperanza pero lo peor ya estaba hecho, los ojos de este pequeño no verían
nunca de otra manera a Mariana que no fuera como a una mujer. Carlos enfrentaba
ya una gran batalla.
Nadie nunca debía enterarse de este gran secreto, de su gran pasión por
Mariana porque de lo contrario perdería la amistad de Jim y quedaría como la
burla de muchos, además de que la sociedad lo tacharía de impuro y niño precoz.
Un México en el que el “¿qué dirán?”
estaba muy a la moda. Hasta que un día, ya no puede más, escapa de la escuela y
va al departamento de Jim, toca la puerta, Mariana la abre y éste le confiesa
todo. ¿Cuál fue la respuesta de Mariana?, ¿le habrá correspondido?, ¿qué será de Carlitos después de tremenda
confesión?, ¿su vida cambiará?, ¿su carazón lo soportará? Y Mariana ¿Qué será
de ella?, ¿la tacharán de mujer pervertida, despierta pasiones? Y ¿Jim?,
¿seguirá siendo su amigo?, y podría seguirles planteando muchas preguntas
amigos Almanaqueros pero prefiero recomendarles ampliamente este libro. Pacheco
en palabras de Carlitos narra todo de una manera tan natural, tan a la Mexicana,
que no querrás detenerte en su lectura pues es una historia que te capturará a
la primera.
Y tú ¿alguna vez libraste batallas en el
desierto?
Querido público conocedor esperamos que cada una de las recomendaciones
que hacemos aquí sea de su agrado y así lograr despertar en ustedes el hábito y
fascinación por la lectura. Queremos un México con pequeños, chicos, grandes y los no tan chicos que sepan leer, que entiendan más que sólo palabras, que vean en
un libro una ventana, un mundo, una sociedad e ideología diferente. Es por ello
que una servidora los invita a leer nuestra siguiente recomendación de El Almanaque y los libros.
Por: Adriana Serrano
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